Las prefiguraciones son profecías del pasado proyectadas en el futuro.
Las Prefiguraciones son algo más fáciles de identificar, puesto que se trata de aplicar escrituras pasadas, normalmente del Antiguo Testamento, a algún personaje que ya conocemos. Casi siempre están referidas a Jesús.
Algunas de las más importantes son las siguientes
En la figura de Isaac:
Libro del Génesis 22:6-13 Tomó Abraham la leña del holocausto, la cargó sobre su hijo Isaac, tomó en su mano el fuego y el cuchillo, y se fueron los dos juntos. Dijo Isaac a su padre Abraham: «¡Padre!» Respondió: «¿qué hay, hijo?» – «Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?» Dijo Abraham: «Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío.» Y siguieron andando los dos juntos. Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó allí Abraham el altar, y dispuso la leña; luego ató a Isaac, su hijo, y le puso sobre el ara, encima de la leña. Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Entonces le llamó el Ángel de Yahveh desde los cielos diciendo: ¡Abraham, Abraham!» El dijo: «Heme aquí.» Dijo el Ángel: «No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único.» Levantó Abraham los ojos, miró y vio un carnero trabado en un zarzal por los cuernos. Fue Abraham, tomó el carnero, y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo.
Isaac y Jesús.
- Su nacimiento como el de Jesús fue anunciado a su madre por un ángel.
- Inocentes, van a ser sacrificados por su padre.
- Ambos suben un monte cargando la madera que debía consumirlos a las espaldas (monte Moria y Calvario).
- Ambos se dejan amarrar, clavar voluntariamente.
Después la prefiguración pasa al carnero quien sí muere sacrificado:
El Carnero y Jesús (Naturaleza hombre)
- El carnero estaba cogido de los cuernos por las espinas de una zarza; la misma imagen de Jesús coronado de espinas. Aquí la corona de rey también “engancha/traba” aunque voluntariamente a Jesús, pues Él al ser el “complaciente” para Dios, el primero por el que todo fue hecho, era el único que podía salvarnos. La corona le “obliga”, su libertad y amor lo realiza todo voluntariamente, como el hermano mayor que sintiéndose responsable por el pequeño, heroicamente se sacrifica y le salva.
- El Carnero (con cuernos) representa el pecado (más allá del animal). Jesús al tomar la naturaleza hombre, toma forma de pecado pues el hombre no solo es pecador, sino es la consecuencia (por degeneración de lo que fuimos) de nuestro pecado.
- Solo tras la cesión de Isaac por parte de Abraham y la aceptación de Isaac (Targum Neofiti,Aquedah), el carnero puede ofrecerse al Espíritu Santo, a Dios. La naturaleza hombre puede ser recibida por el Espíritu.
Es más, aquí figura la Santísima Trinidad completa; Dios Padre (persona) es Abraham, Sacrifica al Hijo Jesús (que es Isaac, y el carnero) y el sacrificio se hace a Dios Espíritu Santo (Dios en la escritura) para que por el sacrificio del Hijo haga a todos los hombres dignos del propio Espíritu Santo. En esta prefiguración creo que no habla de la relación entre las personas, sino de la finalidad de la cruz de Cristo: darnos de nuevo la Vida, el Espíritu Santo; y del inmenso Amor que Dios nos tiene, pues está enamorado de nosotros. Cierto es que Jesús diferencia al Espíritu (“el que blasfeme contra Él no tendrá perdón” –Mar 3, 22-30–), como ya sabemos, pero pienso que no de esta manera, luego lo explico mejor en La Santísima Trinidad. Además, aquí, en la diferenciación entre Isaac y el carnero (ambos dignos para el sacrificio -el carnero a posteriori-), se está diferenciando a Jesús persona o alma contenedora de la Esencia de Dios (Isaac) y Jesús hombre (cuerpo, carnero). Jesús persona capaz de mantener a Dios infinito no muere y manteniéndose en el amor infinito, sigue siendo Dios y así nos salva, nos valida. El carnero o el cuerpo de Jesús es sacrificado y muerto. Pensemos que el hombre (naturaleza) es fruto del pecado, pues antes no éramos así. Jesús toma la forma de “pecado” para salvarnos. ¿Qué hay mejor que un carnero con cuernos para simbolizar el pecado? Esta es la diferenciación a la que, para mí, aunque no lo entiendan así, se refiere el Corán (Isaac/Jesús capaz de Dios -Dios- no muere, sigue siendo capaz de contener a Dios infinito). Finalmente, es el sacrificio de Jesús (fe de Abraham e Isaac) el que hace digno al carnero como sacrificio ante Dios; lo que simboliza también, en la parte de Jesús, que hace dignos nuestros cuerpos (carneros) ante Dios, para ser recibidos por Él y recibirle (a Dios Espíritu Santo). ¡A todos los hombres de todas las naciones o/y religiones! Así lo dice luego:
Génesis 22,18: Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, en pago de haber obedecido tú mi voz.»
En Moisés
Los judíos esperan al “profeta que ha de venir”, esto viene indicado en varios sitios en el Antiguo Testamento. En algunas palabras hablan de una vuelta de Elías o de Moisés. Pero Jesucristo no es un profeta cualquiera, una de las prefiguraciones más claras de Jesucristo en el A.T., es la de Moisés. Ya he indicado en varios puntos del ensayo por qué. Expondré la más directa para mí: Moisés rompe las cadenas con las que el faraón tiene atado a Israel, dándoles la libertad. Abre un paso entre el mar (que simboliza la muerte) y luego lo cierra dejando al ejército egipcio en esa muerte. Jesucristo hace apta la naturaleza hombre (no voy a repetir todo el rollo de por qué) y haciéndolo nos libera del chantaje del demonio, que pedía en justicia el mismo destino de aquellos que se levantaron por amor, no por odio o codicia. Al hacerlo hunde a los demonios en la muerte, porque ya no tienen ese escudo de chantaje ‘justiciero’ para protegerse (“si a los ángeles demonios caídos nos condenas, a los ángeles adanes también o ¿acaso no eres el Justo?”). Hay una lectura clara que nos habla de la excelencia de Moisés distinguiéndolo de los profetas:
Núm 12:6-8 Dijo Yahveh: «Escuchad mis palabras: Si hay entre vosotros un profeta, en visión me revelo a él, y hablo con él en sueños. (7) No así con mi siervo Moisés: él es de toda confianza en mi casa; (8) boca a boca hablo con él, abiertamente y no enigmas, y contempla la imagen de Yahveh. ¿Por qué, pues, habéis osado hablar contra mi siervo Moisés?»
No le llama profeta sino siervo. Y aún está profetizado que Jesucristo vendrá una segunda vez al final de los tiempos (recordemos que Moisés es prefiguración). También está escrito que los Israelitas abrirán su corazón a Jesucristo antes del fin del mundo; así que no ha de faltar demasiado tampoco para esto. Si leemos estas cuatro lecturas:
Mal 3:22-24 Acordaos de la Ley de Moisés, mi siervo, a quien yo prescribí en el Horeb preceptos y normas para todo Israel. (23) He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de Yahveh, grande y terrible. (24) El hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo a herir la tierra de anatema.
Mat 17:10-13 Sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?» (11) Respondió él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. (12) Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos.» (13) Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.
Mat 11:11-15 «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. (12) Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. (13) Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. (14) Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. (15) El que tenga oídos, que oiga.
Mat 16:14-17 Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.» (15) Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» (16) Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» (17) Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
En la figura de José
Jesús es el “Hijo predilecto” como José. Cuando Jesús se proclama mesías, sus hermanos los judíos de entonces le tienen envidia e inquina, como los suyos a José, quien fue vendido por sus hermanos a extranjeros como Jesús lo fue por los judíos (sus hermanos) a los extranjeros romanos. José, detenido con dos prisioneros, anuncia a uno su muerte, y al otro su liberación gloriosa. Jesús fue crucificado entre dos ladrones, a uno le promete el cielo y al otro lo deja en su condenación. José alimentaba al pueblo con el trigo que había almacenado y Jesús es el pan de vida bajado del cielo. El faraón cambió el nombre de José y lo llamó Salvador del mundo; Jesús es el Salvador de la humanidad. José perdona a sus hermanos y Jesús a sus verdugos. Ambos son glorificados, el uno por su nación el otro en todo lugar y nación.
Vemos que Jesucristo, y Yahvé en general en el A.T., viene precedido por alguien que le abre paso. En la segunda lectura (Mat 17), Jesucristo confirma que Elías debe venir antes del fin del mundo y a la vez que ya ha venido en Juan Bautista. Lo que nos indica que le abrió paso como Juan Bautista y lo hará antes de su última llegada.
En la primera (Mal 3) dice que Elías vendrá antes del día de Yahvé, grande y terrible. Esto puede hacer referencia solo a la última venida, el fin del mundo, o quizá también a la primera venida de Jesucristo y su pasión, día grande de Yahvé que condenó a la muerte a los ángeles caídos y estableció guerra entre los que son capaces de recibir el Espíritu Santo (adanes) y los que no (evas). Antes, por supuesto, la justicia se ejercía igual, pero en circunstancias diferentes; así uno puede recibir un juicio justo tanto en tiempos de paz, como en tiempos de guerra.
En la figura de Jonás
Cuando permanece 3 días en la ballena, prefigura la muerte y resurrección de Jesús al tercer día.
También al que precede a Jesús
Isa 11:1-10 Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. (2) Reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahvé. … (6) Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. (7) La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. (8) Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano. (9) Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahvé, como cubren las aguas el mar. (10) Aquel día la raíz de Jesé, que estará enhiesta para estandarte de pueblos, las gentes la buscarán, y su morada será gloriosa.
En Isaías 11, 1… habla también de un retoño que surge de las raíces del tronco de Jesé. En esta lectura el tronco de Jesé es Dios Padre, el vástago, su hijo Jesucristo y las raíces de Jesé también representan a Jesús, pero en la naturaleza hombre (la raíz que se introduce en la oscuridad de la tierra; fea y retorcida, pues él toma forma de pecado como nosotros para salvarnos); saldrá un retoño de esta raíz, hace referencia a ese ‘Elías’ que reconcilia padres con hijos (Adanes con Evas, vacas con osas, leones comerán paja…), antes del fin del mundo. Sale de Jesús (brota de la raíz) porque la humanidad ahora, tras la pasión, está redimida y es capaz del Espíritu. Es decir, no será un ángel sin mancha enviado desde el cielo como fue María para cumplir su misión, sino un hombre que llegó al cielo por haber pasado la prueba ya. En (10) la raíz de Jesé de nuevo se refiere a Jesucristo. Bien, en el día a día todos debemos ser profetas de nuestros hermanos (debemos ser los que les llevan la luz). Este profeta que ha de venir, no obstante, creo que no se refiere a Cristo en sí mismo, sino al que le precede y le anuncia.
Otras Palabras que hablan de Jesús cientos de años antes de su llegada.
Isaías 9:5 Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz».
Isaías 53:3-6 Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca.
Isaías 7:14 Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel.
Miqueas 5:2 Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.
Zacarías 9:9 ¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna.
Zacarías 12:10 derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración; y mirarán hacia mí. En cuanto a aquél a quien traspasaron, harán lamentación por él como lamentación por hijo único, y le llorarán amargamente como se llora amargamente a un primogénito.
Los Salmos 22:16-18 Perros innumerables me rodean, una banda de malvados me acorrala como para prender mis manos y mis pies. Puedo contar todos mis huesos; ellos me observan y me miran, repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica.
Hay más prefiguraciones de Jesucristo en la Biblia, seguramente más de las que conocen los exégetas. Otra en la que se puede ver una prefiguración es la de:
Libro del Éxodo 17:10-11 Josué cumplió las órdenes de Moisés, y salió a combatir contra Amalec. Mientras tanto, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima del monte. Y sucedió que, mientras Moisés tenía alzadas las manos, prevalecía Israel; pero cuando las bajaba, prevalecía Amalec.
Bien, pensemos un poco en esta última palabra. Sin profundizar en el significado de ella, alguien nos podría decir que es un tanto pueril, que parece una broma del Señor: Levanta las manos y ganas; para abajo y pierdes => y además mueren cientos de personas. Pero no es así ni mucho menos, pues todo en la Biblia tiene una razón de ser. Veamos. Por una parte, alzar las manos significa un esfuerzo y sufrimiento (tanto que se las tuvieron que sostener a Moisés, Aarón y Jur). De alguna manera Dios nos dice: renuncia al mundo y muere (sufre) por los demás (al subir las manos gana Israel, él sufre por Israel) y yo estaré contigo y ganarás. Si las bajas y te quedas en tu comodidad (egoísmo), falta de lucha, perderás la vida tú y otros a los que seguramente podrías salvar. Y por otra parte, la cruz que simboliza exactamente lo mismo, la renuncia al mundo por amor al prójimo. Es una prefiguración de Jesucristo tanto en la forma, ya que los brazos quedan alzados en un crucificado, como en lo que representa.